Diagnóstico.
Esperó un rato. La mirada perdida en los grumos de desconchada pintura en la pared del pequeño salón. Luego retomó el hilo de sus pensamientos y abrió con avidez y temor la carta con membrete que apretaba entre sus manos. La sospecha se hizo evidencia; aquel día era el primero de otra vida.
domingo, 10 de enero de 2010
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8 comentarios:
MAravillosa foto, maravilloso recuerdo el de las cartas ahora tan escasas... Pero sí... en un instante... desde fuera llega algo que cambia el curso de la vida, para bien o para mal... pero nada permanece quieto eternamente.
bss y feliz año
Pues desde este lado yo le deseo que ese primer día sea también uno más de los buenos días que tendrá en esa nueva vida.
Bowie, fantástico!!!! y el texto también. Me gustó, Queiles. Besos
Uf... Una carta de esas te da la vuelta como un calcetín.
Queiles amigo mío.
Holaaaaaaaaa, es un gusto saludarte, paso a desearte un maravilloso año 2010. Que sea hermoso.
Me encantó tu escrito, vuelvo y espero regresar seguido.
Besos.
El teléfono, el ordenador, los SMS, todo eso ha contribuído a que cada vez se reciban menos cartas personales. Aahora se piensa en ellas con un cierto encanto romántico y nostálgico.
Me ha gustado mucho tu breve relato, con ese atisbo de vida nueva.
Un abrazo.
quiero una carta asi!
SALUDOS
Y el misterio queda suspendido como la pintura de la pared. Un diagnóstico abierto. Me gustó.
Un abrazo.
Después de una larga ausencia paso a saludarte y a comunicar mi regreso al mundo de la poesía.
Un beso
Marisel
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