miércoles, 28 de octubre de 2009

Homeless.

Blues.
Distintas capas de diverso grosor conformaban el estilo de su atuendo, forjado a golpes de intemperie y rancio ropero. Caminaba casi flotando en un gris halo hecho a partes iguales de desolación, hambruna y cierto regusto etílico. La cansada y huidiza mirada hablaba de fragilidad tanto como su escuálida osamenta.
Sentado en el poyo de la fachada del Banco Central en el que acababa de despertarse una madrugada más, comía algo que rebuscaba en sus bolsillos y murmuraba taciturno para si:

-. "No hay mejor lecho que el cansancio, ni mejor salsa que el hambre."

Otro mendigo a su lado miró con sorna al anciano y pensó:

-. "Que guarden para mi los peores colchones y manjares"

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Sólo mirar la imagen contagia ese sentimiento de desolación que trasmite el texto.¡Cuánta soledad y desamparo tras esos ojos tristes!

Un abrazo.

Maria Coca dijo...

En la mirada de ese anciano se concentra toda su fuerza. Y en tus palabras, que siempre llegan al alma.

Un abrazo.

Tereza dijo...

Me hiciste recordar la mirada del vagabundo que vi ayer, justamente sentado en una banca.
Saludos.

Ginebra dijo...

Buena música y estupendo texto. Has descrito de una forma diferente y especial la vida de los sin techo.
Esa forma de mirar es la que te hace ser distinto. Besos.

La Dama Zahorí dijo...

Es un texto un poco críptico, veo que etiquetas esta entrada como "negatividad", pero a mí me parece que el que habla el útimo no es tan negativo... ¿o sí? Todo es bastante ambiguo.

Una entrada muy quevedesca (no sé por qué, pero me ha recordado a Quevedo)

Saludos