Desajustes del corazón
El Jet-lag le afectó profundamente; y aunque llevaba ya tres días en su oficina de Tokio, todavía paseaba por las Ramblas de Barcelona en el deleite sencillo de su agradable compañia.
La extraña ingravidez restante del largo viaje, le hacia sentir aún en pleno vuelo. Y el vuelo era estancia en la que sobrevivir, cuando el extenso vacio no permitía hablar sin eco.
10 comentarios:
La mejor solución es ponerse al sol y dejar que el cuerpo se aclimate al nuevo horario y lugar, aunque la morriña no la cura...
...algo parecido me paso con compostela...es mas aun diria que camino por sus calles...un largo jet lag...
si que afectan la distancia y el tiempo....
ingravidez entre ausencia y compañía... donde se confunden los tiempos y las vivencias se asientan... en ese lugar indeterminado del corazón
un abrazo
El corazón tiene su propio reloj de emociones. Y es difícil ajustar todos los tiempos, imposible...
Buen micro. Me encantó.
El tic-tac inexorable; lo que empieza y acaba sin que te de tiempo a reaccionar; el principio es el final... Besos, Queiles.
los aviones vienen y van,
con Calamaro de fondo...
saludos!
El ritmo nace con el hombre y se manifiesta a traves de ese músculo que después se convierte en metáfora de tantas y tantas vivencias. Sin embargo tiene la facultad de ajustarse en un tiempo más o menos largo...
Besos :)
Del tiempo, del tiempo que hace, del desajuste del tiempo, del caballero del unicornio azul y de su paladín Queiles como el sacerdote de lo invisible, procurando siempre sostener en la palabra la inasible presencia de lo incógnito, un alma, hoy sin luz en su farol guía (me pelee con una musa, bruja y desalmada) celebra lo evidente, siempre genial y te envía un regalo de su amigo Púlgar (resucitado), con las disculpas (por la falta de calidad) envueltas en deseos de que lo disfrutes: http://www.youtube.com/watch?v=6NVkVNqqT7E
Camino en cuerpo/corazón presente por las ramblas, disfruto su variopinta imagen a cada paso, eventualmente me fumo un cigarro, y al llegar al final, abajo, veo el mar y mi corazón se escinde destemporalizado, un latido para Barcelona, otro para Chile...
Con esfuerzo he armonizado esa escición paulatina que provoca ver, oir y oler el mar.
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