Aquella revolución aún recien nacida levantó los ojos al cielo para clamar que necesitaba desmarcarse de su futuro y condición pues, hasta aquel momento, las revoluciones que no se ahogaban en sangre, terminaban solidificando y dando lugar a rígidas y preciosas lápidas.
Aquella revolución, aún infante, queria pequeños recintos donde palpitar en cada corazón, para así no ser impuesta a nadie.
Aquella incipiente revolución queria crecer invisible y llegar a ser definitiva y constante.
lunes, 2 de marzo de 2009
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11 comentarios:
que nuestras revoluciones sean siempre las de la palabra y el arte, las de lo auténtico
Ojalá todas las revoluciones nacieran de manos inocentes unidas, dispuestas a inventar, a crear, a creer y solar con una sonrisa en los labios y siempre mirando hacia delante. Me encanta la foto y como siempre, el texto!
saludos bajo la lluvia de Madrid.
Ojalá lo consiga.
Maravillosa revolución la que se basa en la no violencia...alguna se consguió en la India cuadno el imperio victoriano y se ha convertido en un simbolo y ejemplo a seguir...de a poquito sin apenas ruido se llegará a la definitiva querido Queiles
Un beso
Las revoluciones infantes de las que hablas, pequeñas en sí, pero con gran porvenir o esperanza de "crecimiento" son las mejores... sobre todo porque son libres y no impuestas. Como siempre, preciosas ideas que compartes con nosotros. besos de miércoles (pero no de ceniza, jajajajaja).
Si la inocencia realmente fuera parte...sino fuera impuesta a nadie...
un abrazo
Lo que nace con fuerza y no se corrompe, llega a ser definitivo: las revoluciones, las amistades, los amores.
Un beso, Queiles. Creo que ya andaré a menudo por aquí.
Ojalá lograra su fin. Sería hermoso, como tu texto.
Besosss
que hermoso es mi niño, mi niño, mi NIÑO!!
como todo lo que escribes...
¡Que chulo!
Si. Revolución. Aunque no sepamos para que y en que parará. abrazos!
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