Mañana de Viernes santo.Él caminaba hacia el kiosco. Ella paseaba perro y alegria. Se miraron sonrientes en un hola inevitable comprando el diario. Ella dejó el rastro de su perfume.Él, todavia persigue su sonrisa y para rastrearla, desde entonces y cada mañana de Viernes santo, pasea perros por la avenida abajo.
viernes, 25 de abril de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
Pues a ver si se vuelven a cruzar y se devuelven la sonrisa aissss
Besos!.
senti tus palabras como las de un amigo cercano, de siempre. Debe ser porque somos calamarianos y nos entendemos en las palabras.
GRACIAS
muy lindo tu espacio, pasare seguido.
un beso
Las que esperamos, las que buscamos...
Publicar un comentario