miércoles, 30 de abril de 2008

Transbordos.

La chica del metro.
Las ocho de la mañana no es la mejor hora para encarar a la chica del metro, esa chica con rasgos eslavos que me mira y yo miro su piel, suave. No son horas, me siento con los ojos hinchados, con las manos torpes y desaliñado. Vestido con prisas y sin perfumar. Además estoy nervioso, de sentirla tan cerca, de ver como se mueve inquieta, a mi lado. Y al irse me digo que será la última vez que la deje escapar.

No hay comentarios: