Malos augurios se confirmaban inapelables.
La situación general pecaba de estancamiento sin posibilidad de cauce. Nada presagiaba luminosas novedades que enderezaran el periplo tortuoso y accidentado del mundo en general; al contrario, pájaros de mal agüero vuelan en círculo sobre las últimas esperanzas.
Ante tal tensión gris, monótona y desangelada que agriaba el ambiente
y el carácter de la gente, ella decidió parar en el puestecito callejero de aquella anciana y comprar uno de esos collares con cuentas grandes de colores de los que, decían, solo se llevaban las turistas. Se lo puso y siguió camino de la estación.
Y el collar tintineaba ahora alegre al son de su esbelto caminar.
Parecía como si los adoquines que pisaba quisieran hacer brotar de sus duras almas un poco de arena blanca de playa.
La fotografía es gentileza de Abriles
Garota de Ipanema- Vinícius de Moraes
3 comentarios:
Buen tandem haceis tu y Abriles ;D
cuando todo duerma, te robaré un color
Es maravilloso cómo las cosas parecen tener su alma y querer transmitirnos emociones! Sólo hay que estar atento, ¿verdad?
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